Salwet
la artista más completa de Generación Z
¿Conoces a otra cantantautora de 25 años que produce, dirige, filma, edita, y que también haya trabajado en construcción? Salwet es un puente entre mundos: tan hábil detrás de un micrófono como con las manos llenas de pintura o polvo de taller. Su talento no vive aislado en un estudio; se forja en el sudor de un rodaje, en el detalle de un set, en la disciplina de quien sabe crear belleza desde cualquier terreno.
Salwet es el nombre artístico de Eva Luna Ortiz, nacida el 3 de febrero de 2000 en Los Ángeles, California.
Su padre es Ramón Ortiz, guitarrista puertorriqueño y miembro fundador de Puya, banda pionera del metal/rock latino que firmó con MCA/Universal, lanzó el álbum Fundamental (1999) producido por Gustavo Santaolalla y participó en Ozzfest 1999, compartiendo cartel con referentes del rock y el metal como Red Hot Chili Peppers & System of a Down.
Su madre, Laura Salwet, hija de inmigrantes de Estonia y Polonia, fue poeta, escritora y educadora: licenciada por UCLA y estudiante de Maestría en Escritura Creativa en CSUN, donde impartía clases como asistente de docencia.
Eva Luna Ortiz Salwet creció en Mid-City, Los Ángeles, en la frontera entre el norte y el sur de la ciudad, un espacio marcado por la convivencia de múltiples culturas. Desde pequeña estuvo rodeada de una diversidad vibrante de colores, sabores, músicas y amistades mexicanas, coreanas, afroamericanas, anglosajonas que le dieron una perspectiva amplia y cosmopolita del mundo. Criada en una familia artística y mestiza, fue expuesta desde temprana edad a herramientas de expresión creativa: estudió danza (ballet, hip-hop y otras disciplinas) durante gran parte de su infancia, jugó al fútbol, tomó clases de costura, trabajó con arcilla, pintó junto a su madre y construyó objetos improvisados con martillo y clavos en el patio de su casa.
La madre de Eva fue diagnosticada con cáncer cuando su hija tenía apenas un año de vida. Gracias a un plan de salud que cubría un tratamiento sumamente costoso; un medicamento de casi $3,000 por frasco, pudo mantenerse en remisión durante diez años tras el diagnóstico inicial. Sin embargo, esa cobertura imponía una condición estricta: si trabajaba en un empleo formal con salario, perdía el acceso al medicamento. Eso la obligó a dejar a un lado cualquier carrera profesional convencional. Mientras tanto, el padre de Eva que es guitarrista profesional asumió la responsabilidad económica de la familia, trabajando largas jornadas y pasando extensas temporadas de gira con su banda. Así, el rol de cuidadora principal recayó de lleno en su madre.
Esa aparente limitación se transformó en una oportunidad invaluable: su madre dedicó innumerables horas a estar presente en la vida de Eva, convirtiéndose en su guía cotidiana, en su maestra más importante y en la fuente más constante de amor y estímulo. Creativa y versátil, se volcó a trabajos independientes que le permitían sostener su expresión artística sin comprometer la cobertura médica: diseñaba vestuarios para una institución de danza sin fines de lucro, fue chef personal, coach de un equipo de futbol local, pintaba zapatos personalizados, y exploraba todo tipo de proyectos artesanales. Con ese estilo de vida bohemio y no convencional, acompañó a Eva en la práctica de lectura, la pintura, el juego con la naturaleza, la costura, la arcilla, la danza y la invención constante con materiales cotidianos.
Más allá de las actividades, lo esencial fue su fe absoluta en el talento y la inteligencia de su hija. Nunca le exigió ser una estudiante perfecta, y aun así Eva destacó como alumna ejemplar, porque interiorizó esa confianza inquebrantable que su madre depositaba en ella. Esa convicción marcó su carácter: le dio la seguridad de lanzarse a cualquier proyecto con confianza, de aprender con rapidez y de creer siempre que era capaz. Inteligente, divertida, luminosa y profundamente creativa, su madre transformó los límites impuestos por la enfermedad en un regalo: la oportunidad de criar a su hija con una dedicación plena, transmitiéndole herramientas, amor y confianza que serían el cimiento de su identidad artística y personal.
Tras una década en remisión gracias al tratamiento que la mantenía estable, la salud de Laura declinó repentinamente en 2011. El 4 de septiembre de ese año al final del verano, falleció a causa de leucemia. Aquel día, sobre la casa familiar en Los Ángeles, comenzó a llover y apareció un arcoíris en el cielo, un símbolo inolvidable para Eva de la despedida de su madre.
Durante el año siguiente, su padre, Ramón, comenzó a preparar una nueva etapa: regresar junto a su hija a Puerto Rico, su isla natal. Quería ofrecerle la oportunidad de crecer en un entorno más íntimo y enraizado, alejado de la mentalidad metropolitana de Los Ángeles que había marcado su infancia. Su objetivo era que Eva pudiera aprender español lengua que hasta entonces no dominaba y experimentar lo que significaba vivir en una comunidad más pequeña, con un fuerte sentido de cultura y pertenencia. El traslado en 2012 se convirtió en un punto de inflexión: instalada en Puerto Rico, Eva se adaptó con rapidez, aprendió español en apenas tres meses y lo perfeccionó en los años siguientes.
De los 13 a los 16 años, construyó un canal de YouTube que alcanzó más de 75.000 suscriptores gracias a su humor surrealista y su autenticidad refrescante, mezclando comedia, cortometrajes y las primeras muestras de su visión como directora.
A los 15 años Eva fue admitida en la Escuela Especializada Central de Artes Visuales en Santurce, Puerto Rico. Esta etapa marcó un punto crucial en su desarrollo que la permitió descubrir una comunidad artística en la que pudo forjar amistades profundas y compartir proyectos con otros jóvenes creadores.
Eva se especializó en el taller de animación, donde aprendió a trabajar con Photoshop y técnicas de animación 2D, llegando a crear sus propias piezas animadas. Su dedicación y talento hicieron que la misma institución la “contratara” para realizar un documental sobre la escuela, confiándole la responsabilidad de retratar su historia y su comunidad desde dentro.
A los 16 años, Eva participó en un curso intensivo de cine en la New York Film Academy de Los Ángeles, donde recibió formación práctica en producción audiovisual. Allí tuvo la oportunidad de dirigir y realizar su propio cortometraje, trabajando de manera directa con actores proporcionados por la academia y filmando en el histórico lote de Universal Studios en North Hollywood. Esta experiencia le permitió sumergirse en el proceso completo de realización cinematográfica y consolidó su interés por contar historias a través de la imagen en movimiento.
A los 17 años, se graduó de La Central en 11.º grado, tras aprobar exámenes avanzados de alto nivel que le permitieron finalizar sus estudios antes de tiempo. Ese mismo año recibió una beca completa de la agencia de producción De la Cruz & Associates para estudiar Producción Digital de Cine en la Universidad del Sagrado Corazón.
Durante su tiempo en la universidad trabajó en numerosos cortometrajes estudiantiles, formó parte activa del club de cine y comenzó a dirigir videoclips para artistas locales.
Durante este periodo también colaboró con Buana Vibra Group, una agencia de marketing de alto perfil en Puerto Rico, realizando sesiones fotográficas para marcas como Blue Moon Beer y Redd’s. Poco después fue contratada por el artista urbano Alec Monopoly como su videógrafa personal, viajando a Londres para documentar y editar uno de sus eventos exclusivos.
En 2020, con la llegada de la pandemia, dirigió, produjo, filmó y editó el videoclip debut de la cantautora Claire Delic, No Te Voy a Ver, que superó el millón de vistas en YouTube. Durante estos años trabajó en múltiples producciones como foquista, directora, diseñadora de sets, productora, editora e incluso actriz extra en la serie "The Resort."
Entre 2019 y 2023 realizó sus primeras incursiones musicales como artista independiente, componiendo y produciendo su propia música. Durante este período lanzó nueve sencillos acompañados de videoclips dirigidos y editados por ella misma, marcando así sus debuts como cantautora y productora.
Estos trabajos iniciales no formaron parte de un álbum unificado, sino que representaron una etapa de exploración artística en la que experimentó con múltiples géneros: desde el rock progresivo hasta el dancehall lírico, pasando por el R&B, el funk y sesiones acústicas. Cada sencillo le permitió expresar diferentes facetas de su voz creativa, en un proceso de búsqueda de estilo y consolidación de su identidad musical.
Durante estos años Eva sirvió como una colaboradora 360° para numerosos artistas locales, acompañándolos en cada fase de sus proyectos: desde la composición y grabación hasta la dirección, filmación, edición y pos-producción, pasando por el diseño de vestuario, la dirección de arte y escenografía, y la planificación integral de videoclips y lanzamientos. Su capacidad de combinar la visión creativa con la ejecución técnica la convirtió en un recurso clave para materializar ideas de principio a fin.
Paralelamente, trabajó como asistente en cursos de construcción, desempeñándose directamente con materiales de obra, haciendo inventario, armando moldes, construyendo y organizando las clases. Esta experiencia, junto con trabajos como empleada doméstica y niñera, le dio una ética de trabajo forjada tanto en la creatividad como en el esfuerzo físico y la gestión, cualidades que marcaron su carácter profesional
En 2023, obtuvo el reconocimiento de figuras como Timbaland y Tainy por un mash-up de "Cry Me a River" y "11 y Once" en las redes sociales de BeatClub.
Poco tiempo después comenzó a trabajar para Songfinch como compositora, creando más de 200 canciones personalizadas para clientes de todo el mundo. Este trabajo diario, a veces produciendo hasta siete canciones en un solo día, refinó su capacidad para desarrollar melodías memorables, letras narrativas e ideas contagiosas con rapidez y precisión.
Su trabajo como compositora para la plataforma Songfinch se convirtió en una bendición clave, ya que le permitió generar ingresos de manera remota y visualizar un futuro fuera de Puerto Rico. Con la mirada puesta en Buenos Aires, Argentina, pasó los primeros meses de 2024 planificando su mudanza y trabajando en distintos oficios: empleada doméstica, niñera y colaborando en tareas de limpieza, mantenimiento y lavado de alfombras. Aunque Songfinch representaba un ingreso estable, no era un empleo fijo, por lo que decidió complementar sus recursos con estos trabajos hasta reunir el ahorro necesario para concretar la mudanza.
Finalmente se estableció en Buenos Aires, donde comenzó a estudiar programación informática y a consolidar su labor como compositora en Songfinch. A ello sumó un empleo remoto como intérprete telefónica, lo que le permitió alcanzar una mayor estabilidad económica. Este nuevo equilibrio le abrió espacio creativo para idear proyectos musicales y preparar las canciones que planea debutar a fines de 2025.
Ella misma reconoce que, de no haber pasado por años de trabajos exigentes y de “ensuciarse las manos” en diferentes oficios, no tendría hoy la ética de trabajo que le permite sostener su carrera independiente. Por eso, se siente profundamente agradecida de poder vivir en una ciudad tan inspiradora como Buenos Aires y de contar con la posibilidad de trabajar de manera remota mientras desarrolla su arte.
Hoy, bajo el nombre Salwet, en honor al apellido de su madre y su legado creativo, se posiciona como una productora, compositora, cantante y directora bilingüe con una propuesta única, fusionando la experiencia de haber estado en la órbita de líderes de la industria con la ética y la resiliencia de quien ha vivido y superado la dureza del camino independiente.